" (...)
Supe que quería que me azotaran la primera vez que me vino a la
cabeza al leer una de las novelas románticas victorianas de mi abuela. Esas
enagüas de seda fruncidas alrededor de la cintura de la heroína, mientras el
héroe la sujetaba con firmeza sobre sus rodillas y bajaba la mano con pericia
hacia sus nalgas sonrosadas. Las protestas de ella se me antojaban falsas
incluso entonces, a pesar de lo jovencita que yo era, y, sin embargo, eso lo
hacía más excitante.
Entonces sentí que me excitaba.
Y todavía lo hace.
Y a pesar de todo, no es más que una fantasía no realizada que
guardo para mis adentros.
Aunque ya lo sospechaba, me lo confirmaron las crueles palabras de
Jack cuando me decidí a reconocer mis deseos. Hay cosas que es mejor dejar
sumidas en la oscuridad. Por mucho que conformen el lado más verdadero de una
misma.
(...)”
Diario de Kara Crawford