La
fiesta termina, la música se apaga.
Retorno
a la soledad de mi habitación.
Y allí
apareces tú.
Tu voz
retumba en mis oídos.
La misma
que no pude acallar en toda la noche.
La que
me acaricia por dentro
y baja
lentamente acompañando mis manos.
Se
detienen en la humedad de mi sexo
como las
de un amante experto.
Me
vuelvo fuego...
y por ti...
para ti...
mi orgasmo.